La
arquitectura es un arte abstracto, la obra terminada no nos
remite a algo objetivo, es decir a algo figurativo o que se relacione con lo que vemos a nuestro alrededor.
En contraposición a lo abstracto existe, algo tangible, y es el hecho de la inspiración o punto de partida, en la que la obra en su concepción tiene arraigo con algo, en este caso lo que motivó a hacer la obra, para aclarar este panorama existen,en nuestra actualidad, el muy referido caso de F.O. Gehry, en la que tomó como referencia los plieges de unas esculturas de Bernini, y las aplicó en sus obras.
De
esta manera las obras arquitectónicas en su resultado final no nos
proporcionan semejanza con algo, pero en su concepción existe un nexo
con la naturaleza u objeto material.
En
los ejemplos de bocetos que he puesto de mi autoría, arriba, como se
puede ver son obras que son pensadas para ocupar una función, pero que
no nos remite a algo en concreto en su imagen, podemos relacionarla con algo a lo que
se parezcan pero no corresponden al punto de partida (inspiración), de esta manera en el segundo caso, por ejemplo, bien podría
ser que me inspiró una escultura, pero el resultado es algo abstracto.
En
concreto, la arquitectura nos encierra una magia intrinseca que
corresponde a la partida o inspiración, pero ésta no refleja, en el buen
sentido de la palabra la imagen de la obra acabada o proyectada.
Lo
abstracto está en el resultado-imagen que vemos, más no en su concepción, lo abstracto es aquello que vemos, que es bello, pero no nos refiere a algo, se me ocurre la semejanza con un cuadro de Mondrian, en la que lo que vemos no nos remite a algo más que un fundamenteo abstracto, y pasa a ser una concepción geométrica al igual que la arquitectura, sin menoscabar las buenas intenciones.